Concepciones Críticas: Filosofía para Niños.

En 1985, Estanislao Zuleta afirmaba lo siguiente acerca de la educación colombiana: Además del problema de enseñar resultados, sin enseñar los procesos del conocimiento, existe un problema esencial: en la escuela se enseña sin filosofía y ese es el mayor desastre de la educación. Se enseña geografía sin filosofía, biología sin filosofía, historia sin filosofía y filosofía sin filosofía1 . Pese a que esta observación fue hecha hace más de 10 años, creo que sigue siendo vigente. Año tras año les preguntamos a los estudiantes de 10º y 11º de diversos colegios qué es para ellos la filosofía, y aún siguen contestando que es historia del pensamiento. Ellos aún no ven en qué medida la filosofía puede decirles algo, en qué medida puede ayudarles a comprender lo que pasa en el mundo.

De hecho, en 1969, Mathew Lipman, profesor de Lógica e Introducción a la indagación filosófica en la Universidad de Columbia, observó que sus estudiantes universitarios no avanzaban significativamente en la consecución de los objetivos de estas asignaturas. Pensó entonces que posiblemente esto se debía a que en la educación básica faltaba algo que les permitiera a los estudiantes tener las herramientas necesarias para hacerlo. Lo que faltaba, pensó, era la filosofía. Pero, ¿cómo llevar la filosofía a la educación básica y primaria? Eran necesarias varias estrategias. La primera de ellas era crear textos especiales, que pudieran acercar a los estudiantes a los temas filosóficos clásicos. Por esta razón, escribió su primera novela filosófica con fines educativos: El Descubrimiento de Harry Stottlemeier (de Aristóteles), dirigida a niños entre 10 y 12 años, en la cual niños de esa misma edad van descubriendo la lógica aristotélica.


Hay varias cosas interesantes que quiero subrayar aquí. Considero que la idea seminal del proyecto supone cambios interesantes en ideas que tenemos desde hace mucho. 

Tales ideas son, entre otras, las siguientes: 

1. La de filosofía 

2. La noción de niño 

3. La de los recursos educativos 

4. La concepción de métodos educativos 

5. Y la de los fines de la educación  

Un cambio en nuestra manera de ver la filosofía 

En primer lugar, el proyecto implica un cambio en nuestra manera de ver la filosofía como una materia accesible sólo a estudiantes de determinados niveles educativos y para uso exclusivo de ciertas élites. Sugiere que es posible verla como algo accesible para niños incluso de 3 y 4 años, por la siguiente razón: con el proyecto no se pretende enseñarles historia de la filosofía, sino ayudarles a cultivar el espíritu y las habilidades que se necesitan para hacer filosofía. 

Por lo anterior, el proyecto se plantea los siguientes objetivos: 

1. El desarrollo de la capacidad de razonamiento. 

2. El desarrollo de la comprensión ética. 

3. El desarrollo de la capacidad para descubrir significado en la experiencia. 

4. El desarrollo de la creatividad. 

Y para lograr lo anterior, el programa considera que también es necesario desarrollar las siguientes habilidades:

1. Habilidades de razonamiento. 

2. Habilidades de indagación. 

3. Habilidades de formación de conceptos. 

4. Habilidades de traducción. 

Y, finalmente, considera que estas habilidades deben estar acompañadas de ciertas actitudes y disposiciones, tales como las siguientes: 

• Saber escuchar a los otros. 

• Entender y evaluar los argumentos propios y de otros. 

• Esforzarse por ser coherente y relevante. 

• Buscar evidencias. 

• Estar atentos para darnos cuenta dónde está el problema. 

• Manifestar una mente abierta y dispuesta a aprender. 

• Mostrarse sensible al contexto, a su riqueza y su variedad. 

• Comprometerse con la indagación. 

• Desarrollar hábitos de coraje intelectual, humildad, tolerancia, integridad, perseverancia e imparcialidad. 

2. Un cambio en la noción de niño 

Como se dijo ya anteriormente, el objetivo del proyecto no es alcanzar con los niños los mismos niveles de complejidad que le exigiríamos a un filósofo profesional, lo cual no implica dejar de buscar con los niños cierta complejidad en sus razonamientos. La duda acerca de si ellos pueden alcanzar los niveles requeridos para emprender tal empresa, está basada en falta de información acerca de teorías psicológicas que, si bien retoman los planteamientos piagetianos sobre los estadios del desarrollo mental, superan algunas falencias en las conclusiones que de ellos se han derivado. 

Piaget pensaba, por ejemplo, que la maduración biológica que permitía a un niño pasar de un estadio de desarrollo al siguiente debía ser vista como un proceso natural en el cual la escuela y el maestro no aportaban mayor cosa: el individuo, por sí solo, llegaría al próximo nivel. Consideraba, pues, que era un proceso que simplemente debía esperarse. 

No obstante lo anterior, paralelamente a los estudios de Piaget, el ruso Lev Vygotski había adelantado su hipótesis de la “zona de desarrollo próximo”, la cual contradice en parte las tesis piagetianas. A grandes rasgos, su idea es que los niños que se encuentran en un nivel de desarrollo determinado pueden hacer tareas que se encuentran en el próximo nivel, si para ello cuentan con la ayuda de otros. Esta idea difiere de las ideas piagetianas, por lo menos en dos aspectos importantes: el primero de ellos es que le asigna a la escuela, al maestro y a los pares académicos (compañeros) del niño una función activa. Considera que la labor de quienes educan es estar adelante del desarrollo del niño, no sentarse a esperarlo. De este modo, mientras para Piaget el aprendizaje debe venir después del desarrollo, para Vygotski el aprendizaje debe adelantarse al desarrollo para promoverlo.

De este modo, el proyecto de FpN, apoyado en Piaget y en Vygotski, plantea la posibilidad de jalonar el desarrollo intelectual de los niños, a través de las discusiones filosóficas. Y para ello, siguiendo a Vygotski, propone que convirtamos los salones de clase en comunidades de indagación filosófica, donde los niños revisen sus planteamientos y los de los otros. 

Aún más, filósofos como Gareth Mathews y Michael Pritchard han recogido cierta cantidad de evidencia empírica con base en la cual se concluye que incluso niños en edades tan tempranas como los 5 ó 6 años son capaces de pensar filosóficamente. En un pasaje, por ejemplo, hablando acerca de las consideraciones morales realizadas por un grupo de niños de 10 años.


3. Un cambio en los recursos educativos 

Basado en la idea de que a los seres humanos nos gusta que nos cuenten historias, y de que este gusto se encuentra aún más arraigado en los niños, Mathew Lipman pensó que sería mejor introducir los temas filosóficos a través de cuentos y novelas. Por esta razón, estructuró su programa a partir de este recurso literario, donde los protagonistas de las historias son niños de la misma edad de los niños a quienes van dirigidas10. Su intención es que los niños encuentren en tales novelas ejemplos de conversaciones inteligentes, pues es bien sabido que gran parte de lo que aprendemos nos viene de los ejemplos que tenemos.

Adicionalmente, Lipman cree que las historias pueden darle al niño o joven algo que éstos buscan en todas sus experiencias: sentido o significado. Un libro de texto clásico generalmente presenta los contenidos de manera lineal y, en ocasiones, fragmentada. Y, lo peor de todo, aparentemente aislados de la vida cotidiana y de la consideración de casos concretos. Una novela o un cuento, por contraste, podría presentarles los asuntos filosóficos a través de historias vividas por personajes de su misma edad, y esto les ayudaría a identificarse con ellos. Sin embargo, este recurso no se agota aquí. 

Los personajes de dichas historias pasan de la consideración de casos particulares hacia consideraciones cada vez más generales, lo cual pretende ser un modelo para los lectores. A partir de tales casos, los niños y jóvenes deben considerar los supuestos que están en juego, las implicaciones de éstos, e involucrarse en la búsqueda de principios más generales. 


4. Un cambio en los métodos educativos 

Una de las ideas más interesantes del programa es que requiere un cambio en la manera de estructurar una clase. Requiere que el aula se convierta en lo que sus promotores han llamado “comunidad de indagación filosófica”. Y esto requiere tanto un cambio en la ubicación espacial de quienes conforman una clase, como un cambio de actitud de todos ellos, incluido el maestro. Todos deben sentarse en círculo, porque esto promueve mejor contacto entre los participantes, y deben asumirse como indagadores comunitarios.

El maestro debe asumirse como una especie de árbitro o juez, quien es el encargado de dirigir la discusión y de hacer sugerencias sacadas de la historia de la filosofía, para poner en consideración de los estudiantes las teorías que los filósofos han formulado y tratar de resolver el problema que la comunidad tiene entre manos (para lo cual no es necesario que mencione a los filósofos en cuestión).

Todos deben asumirse como buscando respuesta a cuestiones como qué es lo real, qué es la justicia, cuándo podemos decir que sabemos algo, etc., y en la búsqueda de tal respuesta, tanto lo que dicen los filósofos como lo que pueda decir el maestro debe ser tomado como posible respuesta, no como la verdad. En cierto sentido, todos son invitados a la búsqueda de la comunidad.

5. Un cambio en los fines educativos 

Como ya se ha dicho, el programa no busca la enseñanza de la historia de la filosofía, sino más bien una enseñanza que ayude a los estudiantes a pensar mejor. Adicionalmente, el programa busca que esta manera de enseñar se lleve hacia la enseñanza de las otras materias del currículo. En este sentido, promueve una educación filosófica para todo el currículo y en todos los niveles educativos. Pero, podría preguntarse ¿qué justifica la inclusión de la filosofía en todo el currículo y en todos los niveles educativos?

Para Lipman la filosofía es la disciplina llamada a darle mayor sentido al currículo educativo. Más aún, es la disciplina que puede ayudar a los niños en su búsqueda de significado en la experiencia. Sin embargo, hasta el momento nos hemos enfocado en gran medida en la consideración de los objetivos del programa que promueven mejores desarrollos del pensamiento. En este sentido, podría decirse que sus objetivos son meramente cognitivos, y por ello el programa podría ser confundido con cualquier otro que busque fines similares. 

Sin embargo, a parte de los objetivos mencionados arriba, el programa busca otros más generales, y estos son: i) el crecimiento personal e interpersonal, y ii) la formación de valores democráticos para la convivencia ciudadana.

El cultivo o la enseñanza apropiados de la filosofía, por la naturaleza misma de la disciplina, implican ya una manera de razonar y de actuar que, podríamos decir, promueve tanto el crecimiento personal e interpersonal como la formación de valores democráticos para la convivencia ciudadana. Y esto es así porque uno de los supuestos básicos del proyecto es que los niños son interlocutores racionales competentes, por lo que pueden –y, tal vez, deben– intervenir en discusiones racionales, y por lo cual la filosofía también puede aportarles mucho en su formación. 

Con ello, se aboga porque también se les reconozca como personas capaces de pensar por sí mismos y de juzgar sus actos. Dicho en otros términos, se les reconoce como ciudadanos, con derechos y deberes, que necesitan una formación que reconozca sus facultades y les ayude en el mejoramiento y la utilización racional y razonable de las mismas.



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